Formación de profesores curso 2015/2016, Escuela de Yoga y Consciencia
Achala Centro de Yoga
El inicio de Achala: Cuando la vida te cierra una puerta, te abre una ventana.
La historia de Achala comienza un jueves 2 de noviembre de 2017 cuando mi profesor de aquel entonces, decide prescindir de mi en su Escuela de Yoga. Estuve malo durante toda una semana, pues era una noticia que no esperaba. Esto me sirvió como revulsivo, como un punto de inflexión en mi vida, y pensé: ¿y por qué no lo hago por mi cuenta? Ser mi propio jefe, dirigir e impartir la enseñanza que creía en ese momento. Hasta ese momento siempre estuve trabajando “para los demás”. Los demás me marcaban las pautas, los tiempos y la enseñanza. Justo ahí Achala empezó a surgir, sólo como idea, ni siquiera tenía nombre aún. He de dar gracias aquí a mi pareja y madre de mi hija, Clara, porque su apoyo fue decisivo, así como a mi abuela, Isabel, y a mi madre, Marisol. Cuando tu familia te apoya puedes llegar al fin del mundo.
El camino hacia la independencia: Renunciando a lo seguro por un sueño.
Durante el resto de noviembre de 2017 empecé a hacer esa idea una realidad. Lo primero que hice fue tramitar mi salida de los gimnasios en los que trabajaba en ese momento: Saladillo (hoy Forus) y LowFit. Con bastante pena, porque llevaba muchos años con ellos, especialmente en el Saladillo, pero sabiendo que era algo que debía hacer. Tenía que estar completamente libre y dedicado a lo que iba a hacer, no podía ni quería tener otras responsabilidades. Y así fue: me marché de ambos sitios contándole a ambos directores mi situación, y aunque en un principio trataron de persuadirme porque lo que estaba haciendo era bastante arriesgado, cejé en mi empeño. Supongo que notaron mi convicción, y finalmente me apoyaron.
Febrero de 2012, cuando empecé a trabajar en la piscina de “El Saladillo”
Clara y yo pintando Achala en enero de 2018, ahorrando costes
El nacimiento: Superando desafíos y encontrando aliados en el camino.
Noviembre y diciembre de 2017 fue una montaña rusa: empezar la búsqueda de un local, que me concedieran un préstamo bancario, licencia de apertura, permisos, arquitecto, acondicionar el local por dentro para adecuarlo a la actividad, comprar materiales de práctica, darme de alta como autónomo… la cuenta bancaria en color rojo. ¡Y aún no tenía nombre para el Centro de Yoga! En esta etapa debo dar las gracias a Pedro y a Pepe, pues su ayuda inestimable en elementos técnicos del local fue decisiva para que todo marchara bien. Tuve la gran fortuna de que el dueño del local, Fernando, un hombre mayor, también me ayudó mucho y se portó muy bien conmigo.
Achala: La historia detrás de un nombre lleno de significado y fortaleza.
Buscando nombres hindúes que representaran cosas que quería transmitir, mi madre un día me dio una clave fundamental: “¿por qué no te dejas de nombres hindúes y vas a buscar tus raíces?” Mi padre es argentino, y sus abuelos tenían ascendencia indígena. ¡Qué buena idea! Entonces, empecé a dejarme llevar por esta pista. Buscando mi ascendencia argentina encontré a una de las tribus originarias, los Quechua, o antiguos comechingones. Vivían en lo que hoy se conoce como “La Pampa de Achala”, en Córdoba, Argentina. Busqué información sobre ese nombre, Achala, y me encontré con maravillas. En idioma quechua significaba “Objeto valorado, precioso, de gran valor; joya.” Para mi sorpresa, esta palabra también se encontraba en sánscrito, el antiguo idioma de la India, y significaba: inquebrantable, inmóvil, estable, firme. Se utilizaba en la filosofía hindú para describir la naturaleza inmutable del ser supremo o del estado de meditación profunda. También era parte del nombre de una montaña en Tiruvannamalai, Tamil Nadu, en el sur de la India, donde se dice que vive Shiva: Arunachala.
La montaña Arunachala en Tiruvannamalai, Tamil Nadu, India
Para mi, Achala significa una montaña de gran valor, firme, estable, inquebrantable, como nuestra verdadera naturaleza. Y así nació Achala.
El 15 de enero de 2018 dieron comienzo las clases en Achala, con menos de 200€ en la cuenta bancaría, sin ahorros de ningún tipo por si la cosa no funcionaba, pero con la firme convicción de que lo que hacía era correcto. Dios me sonrío, y empecé casi con 50 alumnos. No podía creerlo, pero así fue.
Achala me ha enseñado que en la adversidad nos podemos hacer más fuertes, pero tenemos que tener una meta clara y precisa en la mente para poder canalizar esa fuerza. La meta mía era clara: enseñar yoga por mi cuenta, de forma libre y autónoma.
¿Nos vemos?
Mis alumnos
Achala es un espacio con buen ambiente para la práctica de yoga, siempre con unas clases de altísima calidad profesional.
Adriano, nuestro maestro, nos hace conectar con la verdadera esencia del yoga, explicando, con todo detalle, cómo hacer la práctica con autocuidado, tomando conciencia y escuchando nuestro cuerpo para evitar lesiones y disfrutar de cada momento de la clase.
Después de 20 años practicando yoga no puedo sentirme más agradecida.
Es un regalo continuar aprendiendo con una persona que ama lo que hace y transmite seguridad y sabiduría.
Hoy ha sido mi segunda clase por eso es pronto para poder opinar demasiado.
Sí puedo contar que ir a las clases me transmite paz y salgo de ellas con el corazón más sereno. El ambiente de clase, los silencios, la voz del profesor, el olor a esencias…me hacen sentir tranquilidad, sosiego, calma…sensaciones que aportan felicidad a mi vida. Si a esto sumamos beneficios para mi cuerpo, se crea un cóctel perfecto.
Estoy segura que practicar yoga me ayudará a echar el freno en este ritmo de vida tan agitado que llevo. Espero que merezca la alegría.
Llegué a las clases de Adriano por casualidad, después de haber probado en varios centros el yoga (el “comercial”) sin encontrarle el punto, mira que quería, eh? Ya había oído hablar de los beneficios de la práctica a nivel físico y mental y pensaba que tenía que ser para mi. Después de casi 3 años, con parón de pandemia y días que la conciliación es imposible, ir a Achala es un imprescindible en mi vida. No estoy más delgada, la asana que se me da mejor es la del muerto (aunque Adriano insiste en lo complicado de mantenerla:) y el control de la respiración está siendo una batalla complicada de ganar, pero sí que puedo asegurar que salgo de cada clase más feliz, más relajada, más consciente de mi cuerpo y de las “malas posturas” del día a día que hay que ir corrigiendo, mi espalda creo que es la está más agradecida a la práctica! Así que sólo puedo recomendaros que probéis, y una vez que lo probéis, que sigáis, porque merece la pena.
Siempre he tenido interés en aprender yoga, una práctica milenaria que mejora la salud física y mental y con un importante contenido filosófico. Sin embargo, cuando buscaba información por internet o redes sociales me encontraba con una práctica en la que no encajaba: no tengo flexibilidad ni coordinación corporal, posturas muy estéticas pero imposibles para mí. Así que durante un tiempo desistí, simplemente no era para mí.
Por curiosidad, viendo por internet, me llamó la atención una academia de nombre bastante raro : Achala Vinyasa Krama y me decidí a contactar y fué cuando conocía Adriano. Cuando pregunté, lo primero que me dijo cambió todas las ideas que tenía preconcebidas sobre el yoga: “ solo es necesario moverse y …
Mi trayectoria en Achala podría ser calificada como exigua en base al tiempo de práctica, algo menos de un año, y, esta percepción, distaría mucho de la realidad. Si, en cambio, tomamos en cuenta un parámetro mucho más fiable: los resultados obtenidos con independencia del tiempo, mi recorrido es sin duda largo y significativo.
De mi primera clase destacaría dos cosas. Un pensamiento que cruzó mi mente a los pocos minutos de comenzar la práctica, aún cuando no sabía muy bien que era el YOGA, pensé: “Creo que es la primera vez que practico yoga de verdad, aquí me quedo”. Lo que sentí al terminar, paz y felicidad, con una …
Yo nunca había practicado yoga, ni siquiera deporte, salvo andar de manera regular.
Comencé en Achala hace más de 3 años. Fue un “encuentro” apasionante. Aquí continúo, espero que por muchos años más.
Está siendo una práctica que trasciende lo físico (estiramientos, ejercicio…). En Achala se nos enseña a movernos en las posturas con la respiración. Algo que parece tan nimio, pero que se convierte en tarea diaria y reto constante en nuestras clases. Supone trabajar a la vez, en coordinación, respiración, movimiento y concentración. Atendiendo no solo al aspecto saludable de lo físico, sino también de lo fisiológico (órganos internos). …
Comencé a practicar yoga en el 2015. Para mí, el yoga ha sido todo un descubrimiento, un gran tesoro. De pequeños nos educan a ser competitivos, inconformistas, rápidos, fuertes, los cinco sentidos activos en todo momento, tener todo bajo control siempre. Ahora reseteo aprendizajes. Precisamente esto va de todo lo contrario. Hay que ser suaves,sutiles, tener tranquilidad y calma y la mirada y el enfoque debe ser interior: casi ná.
Comencé en Achala desde sus inicios, enero 2018, con «Yoga lyengar», en el cual, se usaban bloques, mantas, correas, sillas …. ayudaban a realizar las posturas, puesto que se hacía hincapié en la alineación, precisión de la postura y mantenerlas por tiempo y así aprovecharlas al máximo. Se debía prestar atención …
Es una de las mejores decisiones que he tomado.
Dar clase con Adriano, me ha llevado a aprender a conocerme y respetarme, poniendo conciencia en moverme con mi respiracion, para saber dónde está el límite de no dejarme dominar por el ego, y sin embargo motivándome a seguir avanzando y progresando en mi práctica. Su entusiasmo es contagioso y lo transmite en sus clases, junto con todo lo que aprende en su afán de mejorar para compartirlo todo generosamente con sus alumnos.
Empecé mis clases en Achala a principios del 2018.
Atravesaba un momento personal muy difícil. Mi vida era: trabajar, hacer la casa y cuidar a mis hijos. Siempre recordaré mi primer día de clase porque me di cuenta de que mi vida iba a cambiar por completo.
Han pasado 5 años y doy gracias por haber conocido a mi profesor Adriano, una gran persona con la que he aprendido y aprendo lo que es el yoga.
Nuestro camino actual con vinyasakrama está cambiando mi vida.
Para mi comenzar asistir a clases en el centro Achala fue un regalo personal que me hice en enero del 2021. Fui alumna de Adriano de Bodybalance en un gimnasio, siempre me gustó mucho como daba las clases, muy pedagógico, su forma de dar las clases me motivaba para seguir asistiendo, me sentía muy bien. Cuando inicio su andadura en el centro y dejo las clases en el gimnasio me sentí huérfana, lo echaba mucho de menos, seguía asistiendo a clases de Bodybalance pero teniendo muy presente a Adriano, su voz y la indicaciones que daba. Siempre me preguntaba, cuando había una nueva coreografía, ¿cómo nos diría Adriano que es mejor hacer esta postura para sentirla y disfrutarla mas? …