Yo nunca había practicado yoga, ni siquiera deporte, salvo andar de manera regular.
Comencé en Achala hace más de 3 años. Fue un “encuentro” apasionante. Aquí continúo, espero que por muchos años más.
Está siendo una práctica que trasciende lo físico (estiramientos, ejercicio…). En Achala se nos enseña a movernos en las posturas con la respiración. Algo que parece tan nimio, pero que se convierte en tarea diaria y reto constante en nuestras clases. Supone trabajar a la vez, en coordinación, respiración, movimiento y concentración. Atendiendo no solo al aspecto saludable de lo físico, sino también de lo fisiológico (órganos internos).
Adriano nos acerca a las diversas vinyasas y asanas desde nuestras propias posibilidades, con un gran número de variaciones en las que podemos ir progresando con paciencia, constancia y tesón. No es un “hacer por hacer”. Se nos explican los beneficios concretos que tienen las posturas y el ”por qué” de cómo se tienen que ejecutar. Además, se nos van dando contenidos teóricos y filosóficos sobre esta forma sistematizada de enseñanza del yoga que practicamos (Vinyasa Krama), invitando siempre a la reflexión y al estudio personal más profundo.
Para mí está siendo una gran experiencia de aprendizaje a nivel personal. Voy siendo consciente de mis progresos, no sólo a nivel físico: fuerza, elasticidad, flexibilidad… También a nivel de respiración, a través de los distintos pranayamas, y de concentración.
Soy una persona creyente, profesando una religiosidad cristiana católica, y mi práctica de yoga en Achala, aporta y completa mi espiritualidad, mi experiencia trascendente, así como mi ética y “modo de estar en el mundo”.
Adriano es una persona inquieta y en constante búsqueda. Esto le lleva a estar formándose y aprendiendo constantemente, a la vez que nos transmite dicho aprendizaje. Así, la práctica de yoga en Achala no es algo estable y finito, sino que está en constante evolución hacia la esencia integral del yoga.
Desde mi experiencia personal: ¡Una pasada!