Mi trayectoria en Achala podría ser calificada como exigua en base al tiempo de práctica, algo menos de un año, y, esta percepción, distaría mucho de la realidad. Si, en cambio, tomamos en cuenta un parámetro mucho más fiable: los resultados obtenidos con independencia del tiempo, mi recorrido es sin duda largo y significativo.

De mi primera clase destacaría dos cosas. Un pensamiento que cruzó mi mente a los pocos minutos de comenzar la práctica, aún cuando no sabía muy bien que era el YOGA, pensé: “Creo que es la primera vez que practico yoga de verdad, aquí me quedo”. Lo que sentí al terminar, paz y felicidad, con una sonrisa en la cara volví a mi rutina y esta se quedó conmigo para hacerme compañía el resto del día.

A día de hoy podría enumerar un sinfín de hitos que han marcado mi progreso. A nivel corporal: mejora postural, alivio del dolor de cuello, espalda y menstrual, reducción de los efectos de afecciones crónicas, sinusitis y tendinitis. A nivel mental: disminución del estrés y aumento de la concentración, quietud. A nivel personal: conocerme. Y, sin embargo, mi mayor logro creo que lo alcancé el primer día, dibujar una sonrisa en mi rostro.

Gracias, Adriano.

RAQUEL RODRÍGUEZ CONDE

Alumna de Yoga